San Sebastián pasado por agua.

Todavía nos quedaba por recorrer la otra punta de la Bahía de la concha con el Monte Igueldo incluido y esa era la meta para este jueves, último día en San Sebastián, pero se nos complicó. Amaneció totalmente nublado y con una persistente llovizna que por momentos se transformaba en lluvia copiosa. Aun con este panorama dejamos la habitación del hotel y partimos en búsqueda del desayuno y de alguna forma de protección (no nos trajimos impermeables, paraguas ni nada que se le parezca). Ubicamos un todo por € 0,60 de nuestros amigos chinos que están en todos lados pero los supuestos pilotines eran dos bolsas de residuos que poco cubrían y nos daban una linda apariencia de pordioseros. Frente a la lluvia que continuaba hicimos una fuerte erogación y compramos dos capas como la inclemencia del tiempo se merecía.
Solucionado el problema nos decidimos a recorrer la rambla que rodea toda la bahía, la lluvia había amainado un poco. Comenzada la caminata, la lluvia, mas que amainar se comenzó a animar, por lo que abandonamos el recorrido intentando volver al centro por un camino corto (o al menos mas corto que por la Rambla, y con algún resguardo edilicio dentro de lo posible) pero quedo solo en la intención, ya que nos metimos en una zona residencial, con calles al estilo Parque Chas pero largas. Cuando por fin llegamos al centro nuevamente ya no llovía, pero ni intentamos retomar el paseo interrumpido, sino que nos sentamos tranquilamente a almorzar.
Luego paseamos, y al llegar la noche nos fuimos a la estación para asegurarnos de no perder el tren que nos debía llevar a Barcelona. Llegamos casi 1 hora antes y el tren además llego 20 minutos tarde. Igual como se imaginarán no nos fuimos de San Sebastián sin hacer el último tributo a los pintxos vascos.